jueves, 14 de abril de 2016

Neutralidad ideológica.

Hoy he visto un cartel en redes que la agrupación de Ciutadans de Calafell ha compartido, exponiendo los logros que han conseguido con el acuerdo de gobierno que firmaron el pasado año. Como en todo en política, algunas cosas me han parecido bien, otras regular, y otras mal. Ya se sabe, nunca llueve a gusto de todos. Pero hay un punto que me ha llamado mucho la atención: neutralidad ideológica en espacio público.

Es un concepto que, así, sin más y sin profundizar, puede parecer muy noble. Al fin y al cabo, el espacio público es de todas y todos, así que, el hecho de que este sea neutral ideológicamente, parece lo lógico. Sin embargo, ¿en qué consiste la neutralidad ideológica en los espacios públicos? Puede significar muchas cosas, como por ejemplo, la retirada de todos los símbolos que representen a cualquier ideología de los espacios públicos. Pero claro, ese no es el caso, a lo que se refiere el acuerdo de gobierno, no es a la neutralidad ideológica, sino a que se respete la legalidad vigente en lo que se refiere a los espacios públicos, porque, si a lo que se refiriera fuera a la neutralidad ideológica, deberíamos de eliminar todas las banderas del municipio, revisar los nombres de todas las calles, y estar debatiendo permanentemente que ponemos y que no ponemos en un espacio público, no vaya a ser el caso que no vayamos a ser neutrales. Y eso, claro, no es viable.



Hay un hecho que la sociedad debería tener muy claro, y es que, las administraciones públicas, en este caso el consistorio, son gestionadas por políticas y políticos. Personas que hemos escogido para que realicen una gestión de lo público en base a nuestra ideología. Ya desde hace un tiempo, está de moda la desideologización de la política como un término ligado al progreso, son frases que hemos oído, siempre explicadas en un tono muy progresista: “no somos de izquierdas ni de derechas, somos progresistas”, “somos liberales en lo económico y de izquierdas en lo social”, “no somos nacionalistas”. Luego, detrás de estas frases, siempre, siempre aparece un pero. Uno no es de izquierdas ni de derechas, pero cuando se le hacen preguntas concretas, o cuando tiene que hacer propuestas concretas, sus respuestas o propuestas siempre lo llevan a la izquierda o a la derecha, los liberales en lo económico luego te explican que sólo se puede ser de izquierdas en lo social cuando la economía lo permite, lo cual es una visión muy de derechas, y los no nacionalistas, siempre se acaban aferrando a una sagrada legalidad vigente que se construyó fundamentada en un ferviente nacionalismo opuesto a otro. Basta! Los términos ideológicos tienen un nombre por algo, y, normalmente, cuando se habla de neutralidad, o de centralismo, cuando este se materializa se acaba posicionando en un extremo.

Otro día, en otra publicación, ya hablaré sobre esta moda de desideologizar la política, y de cuál es su intencionalidad. Pero ahora, quería hablar de este caso concreto, el del acuerdo de gobierno en Calafell, más concretamente en el apartado que se refiere a la neutralidad ideológica. El ayuntamiento no garantiza una neutralidad ideológica, lo que garantiza es el cumplimiento de la legalidad vigente. Y la legalidad, es ideológica. Cuando una ley te obliga a colgar un símbolo ideológico en la fachada de un edificio público, te está imponiendo una carga ideológica, no está garantizando ninguna neutralidad, porque las leyes, las leyes las hacemos los y las políticas, y como todo el mundo, estamos ideologizados. Cuando un ayuntamiento permite unos determinados símbolos, y no otros, no está respetando ningún tipo de neutralidad ideológica.

Pero, esto que digo, que nadie se lo tome como algo malo. Precisamente, lo público es ideología pura. Lo público representa un concepto ideológico, que tiene un color muy diferente en función de quien lo gestione. En este caso, lo que se describe como neutralidad ideológica en el acuerdo de gobierno, tiene un color muy marcado: el naranja. Y ese color representa la lealtad a las instituciones del estado, y eso, no es neutral, es una ideología pura.

No voy a juzgar esa línea ideológica, a mí no me gusta, pero entiendo y respeto a quien sí que le guste. Al fin y al cabo, se presentaron con ese programa electoral, obtuvieron su representación, y están representando a un conjunto de la ciudadanía que pide esa lealtad, bien por ellas. Pero lo que no está bien, lo que hay que señalar, es que si hablan de neutralidad no están siendo sinceros. Por favor, llamemos a las cosas por su nombre.

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