lunes, 9 de mayo de 2016

Romper la convivencia.

La semana pasada, José Manuel Tejedor, concejal de Ciudadanos de Calafell, dio una rueda de prensa en la que instaba al equipo de gobierno a respetar el acuerdo de gobernabilidad mediante el cual, el grupo municipal de Ciudadanos, se comprometía a respaldar al equipo de gobierno, algo bastante lógico, ya que cuando se firma un acuerdo, lo que una de las partes siempre espera, es que la otra lo cumpla.

Al pobre concejal le ha caído un chaparrón de críticas, por hacer lo que cualquier político debería hacer: defender aquello que prometió en campaña. Ciudadanos se presentó en Calafell llevando en su programa el trabajar para que el Ayuntamiento fuera leal al marco institucional español, y se esfuerza por cumplirlo, bien por él. Aquí, estoy completamente seguro, me faltará un montón de información para poder juzgar su actitud, así que, no lo haré. Pero, hay algo que no me gusta, y que sí criticaré, que es la avalancha de insultos que ha recibido: “a la merda”, “capullos”, i el largo repetido “que se’n vagin”… en fin, al final habrá que darle la razón en lo de que la convivencia está rota, porque entre los insultos de unos, y los insultos de otros, llega un momento en que se hace imposible debatir el tema de “la convivencia” en un plano político, que es lo que a muchos y muchas nos gustaría.

Bien, pues, en cuanto a lo que el plano político se refiere, hay que darle la razón al concejal: la convivencia está rota. Son muchos los factores, y son muchos los responsables, desde unos alternantes gobiernos de color rojo y azul que han practicado un férreo inmovilismo en cuanto a lo que se refiere a la adaptación del estado español a su realidad plurinacional, hasta la más que cansina estrategia de culpar a Madrid de la gestión realizada por la Generalitat. Y esta, aunque sea la escena que se repite una y otra vez, no es la única, de hecho, sólo es la punta del iceberg.

La convivencia está rota, completamente, pero no la rompe el independentismo: la rompe el marco institucional español. Por ejemplo, la convivencia se rompe cuando te cortan la luz, y tus hijos tienen que estudiar a la luz de las velas y bañarse con agua fría. La convivencia se rompe cuando te desahucian, y te obligan a vivir en la calle u ocupar una vivienda. La convivencia se rompe cuando la fiscalía te encausa por defender tus derechos laborales. Son tantas y tantas las situaciones en las que es el propio marco institucional el que rompe la convivencia, que podría redactar páginas y páginas.

Tenemos un marco institucional pésimo y lamentable, que lo único que hace es garantizar que las oligarquías sigan manteniendo sus privilegios, aunque sea a costa de la reiterada vulneración de los derechos de las ciudadanas y los ciudadanos. ¿Cómo podemos respetarlo? ¿Cómo podemos serle leales? Me siento incapaz de ser leal a un gobierno que pide la suspensión de una ley que garantiza que las familias no pasen frio en invierno, y me siento incapaz de respetar a un gobierno que no permite que los pueblos que conforman el estado español elijan libremente su futuro, o que encarcela a alguien por representar una obra de teatro.

Por contra, me parece muy sensato defender y apoyar a las personas que están día a día en la trinchera, luchando por defender nuestros derechos, desde las compañeras sindicalistas que luchan en las empresas, hasta las funcionarias y concejalas que participaron en la consulta del 9N. Me parece mucho más sensato y más lógico defender a las encausadas por el 9N, que ser leal a un estado que no respeta ni sus propias leyes. Así que, tal vez deberíamos hacer una reflexión, seamos independentistas o no, y esta es que el marco institucional español no da respuesta a las necesidades de los españoles y las españolas. Por eso, lo que se espera de las fuerzas políticas que se presentan para gobernar este estado, es que rompan con este marco institucional, e inicien un nuevo proceso constituyente, no para romper España, sino para reformarla, para adaptarla a su realidad.

Es este inmovilismo de las fuerzas que hegemonizan la política española lo que rompe la convivencia. Es por eso, que cada vez se hace más sensato el trabajar por disputarle la hegemonía política a estas fuerzas, y es esto es lo que se espera de las fuerzas del cambio, pero parece ser que el cambio sensato consiste en otra cosa, que yo no acabo de entender.




Ah, una última reflexión, no tiene mucha lógica rebatir a alguien que acusa a otros de “romper la convivencia” con argumentos como “doncs que marxin” o “que se’n vagin a la merda”, porque lo único que se consigue es darle la razón. 

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