Sí, soy uno de esos izquierdistas sonrientes, con banderas
rojas y estrellas, que van a las manifestaciones con el puño en alto y que
cantan la internacional. Tal vez tenga un fetiche con las hoces y lo martillos,
y tal vez aún siga vanagloriando a personajes que están pasados de moda. Tal
vez sea un ingenuo, pensando que la lucha de clases sigue viva, y que no hay
transformación sin revolución. Esto es
así, y no pienso cambiarlo. No voy a engañar a nadie, me siento muy a gusto
cociéndome en mi sopa de estrellas y enarbolando mi bandera roja. Unidad
popular, sí. Desprecio, ninguno.
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